miércoles, 27 de julio de 2022

Un día normal

La noche se presentaba silenciosa, como la calma ansiosa luego de un terremoto, las noches de réplica aquellas en las que duermes con un ojo abierto, mientras los perros aúllan a una luna que parece más distante. Se encontraba caminando solo y con paso apresurado, como se lo habían enseñado sus papás en su adolescencia – cuando caminas por el centro tenés que caminar rápido y sin hablar con nadie – recordaba.

--- Estoy cansado de caminar, quizá debería comprar una moto --- pensó

--- ¡crack!

--- ¿Qué fue eso? --- una rama rompiéndose por el paso de alguien se escuchó no muy lejos.

--- ¿hey, bicho detenete?

Ese lunes llegué tarde a la empresa, un poco cansado y de goma, nada extraño, tomando en cuenta que el domingo había logrado por fin ir a la playa con un par de amigos, y que por supuesto ya había «presupuestado» que probablemente llegaría 15 minutos tarde. No pasaría nada, ya que al ser supervisor tenía la ventaja de no marcar mi hora de entrada, aunque seguramente tendría que dar una explicación más tarde a mi jefe.

Sin embargo, una atmosfera pesada llenaba la oficina, grupos de dos o tres personas conversaban entre miradas a reojo y cuchicheaban como evitando alzar la vos más de lo debido, pero intentando que oyeran la mayor cantidad de gente al mismo tiempo.

--- ¿qué ha pasado?, ¿por qué todos están tan nerviosos?

--- ¿no te contaron?, salió en las noticias.

--- no, no he visto nada.

--- murió, Don David «peseta» murió.

A partir de ese momento ese lunes transcurrió como cualquier otro a pesar de la noticia, pero tenía que buscar el reemplazo de David, un reemplazo, un repuesto.

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